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Pensar la pospandemia DESDE LA COMUNIDAD

Palpitando lo que será el Encuentro de Educadorxs del próximo sábado 29 de agosto

Alberto Croce es educador popular, director de la fundación VOZ y secretario de la CADE (Campaña Argentina por el Derecho a la Educación), Natalia Peluso es Pedagoga y Directora de Experiencias Educativas Comunitarias y Cooperativas del Ministerio de Educación de la Nación, Claudia Bernazza es diputada nacional y referente por el Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo. Junto a la socióloga Carla Wainsztok y el maestro Nano Balbo, estarán inaugurando el Encuentro de Educadorxs populares y Organizaciones Comunitarias que se llevará a cabo el sábado 29 de agosto a las 17 hs. (Inscribite acá:

Les consultamos acerca de los desafíos de la tarea comunitaria y el rol del Estado en la pospandemia, y esto fue lo que nos compartieron.



¿Cuáles serán las principales tareas y desafíos que van a tener las organizaciones comunitarias en el contexto que se está viniendo?

A.C: Las organizaciones comunitarias van a estar están enfrentándose a un tiempo que se puede caracterizar sobre todo por una palabra: incertidumbre. Un tiempo donde vamos a tener que enfrentar situaciones económicas muy duras y acompañar desafíos muy grandes que van a provenir de una población gravemente empobrecida. Y donde posiblemente no se va a poder contar con los recursos que en la situación de emergencia el Estado pudo brindar; vamos a estar en una situación muy delicada desde el punto de vista social. Hay cosas muy obvias que las organizaciones sociales van a tener que hacer en los territorios, pero yo quisiera marcar una cosa fundamental: que cada organización tiene que revisar su misión institucional y volverse a preguntar en este nuevo contexto para qué existe, cuál es su finalidad, como va a ser su vida organizativa interna, y cómo replantea su relación con la comunidad y el entorno. Estas tres cuestiones son claves para este futuro que viene. Y por supuesto, a partir de ahí las respuestas van a ser distintas de acuerdo a lo que cada organización comunitaria defina, pero reafirmo que cada una debe replantearse estos tres ejes.


N.P: Las principales tareas de las organizaciones comunitarias tienen que ver con poder acompañar a lxs pibxs, jóvenes y adultxs que perdieron el vínculo con la escuela. Sin embargo, primero habría que preguntarnos ¿a qué escuela vamos a volver? Porque el espacio de encuentro con lxs pares es indispensable, y eso, en la pos pandemia, no se va a traducir en escuelas llenas de pibxs. Nosotrxs sabemos que lo comunitario tiene un rol central: va tejiendo en cada barrio, alrededor de lxs pibxs, algo que trasciende. Es ese lugar de construcción de subjetividad, de la propia identidad, donde no sos solx, donde vas construyendo historia con otrxs. Eso, que hoy está difícil, se reconstruye desde abajo.

Por otro lado, algunos dicen que este momento es una oportunidad para repensar la escuela, yo creo que es una oportunidad para repensar la comunidad educativa, y dejar de lado ese discurso que dice que la comunidad educativa son las escuelas, las familias y los sindicatos, para pensar una comunidad educativa que sea el barrio, la cooperadora, lxs pibxs, lxs grandes, las orgas, la salita, el merendero. Abrir las puertas para que entren otrxs y también para poder salir.




CB: Las organizaciones comunitarias son las que hacen posible hoy transitar esta tragedia. Muy especialmente sus trabajadoras y trabajadores que son gente muy comprometida con su barrio con su territorio y que vienen desde hace muchos años haciendo una propuesta solidaria, contracultural, profundamente enraizada en la pedagogía de la ternura, que tiene corrientes que la alimentan en la argentina como han sido la lucha del movimiento nacional de los chicos del pueblo, los movimientos de educación popular de la década del 60´y 70, la teología de la liberación y tantas otras corrientes que la argentina alimentaron la ternura como método y categoría política. En este contexto, en ese marco, estas organizaciones y sus trabajadorxs hicieron lo que mejor saben hacer, hicieron su oficio, que es poner el cuerpo a la situación. Por eso, el mismo decreto de aislamiento tuvo en cuenta exceptuar a los merenderos y comedores comunitarios del aislamiento, que siguieron absolutamente presentes en el barrio, y de forma creativa, encontrando nuevos caminos y estrategias para la pedagogía, para garantizar la alimentación y para permitir que la comunidad siguiera en contacto y permanezca unida aun en este escenario tan adverso.

Por supuesto que las organizaciones comunitarias de ésta salen fortalecidas, porque además se está haciendo visible el enorme rol que cumplen, frente a la mayoría de los ciudadanos y ciudadanas. Ahora necesitamos que esa mayor visibilización no se traduzca sólo en aplausos en determinados horarios o en felicitaciones. Necesitamos que se traduzca en leyes y programas de fortalecimiento para el sector.

¿Qué políticas públicas se tienen que dar en la articulación entre el Estado y las organizaciones comunitarias para potenciar esta tarea?

N.P: Las políticas públicas que debemos pensar, en el marco de la pospandemia, pero también en función de poner en valor la educación popular y sus experiencias concretas en territorio, entiendo, tienen que ver con legitimar aquellos vínculos construidos entre estas experiencias: las escuelas, los clubes, etc. etc. que acompañan, fortalecen y en muchos casos garantizan el derecho a la educación de miles de pibxs. Como Estado, la revalorización de las tareas que llevan adelante las organizaciones educativas comunitarias, tiene deudas pendientes. Tenemos que pensar cómo garantizamos piso de institucionalidad para las experiencias educativas comunitarias (sin que esto quiera decir "meterlas en el sistema educativo") que no hagan que deban empezar de cero cada vez que hay un cambio de gobierno; generar registros, relevamientos, articulaciones y producciones conjuntas que pongan en valor, y que al mismo tiempo legitimen, como decía antes, que en el territorio, o en una gran parte de los territorios, la escuela, la escuelita popular, el apoyo escolar, el merendero, efectivamente articulan porque no queda otra, porque hay que sostener a lxs pibxs. Sin embargo, a nivel sistema, hay una tendencia a volver a separar esos caminos. Más allá de la capacidad del Estado de generar recursos materiales concretos para estas experiencias: libros, computadoras, material didáctico, etc, etc, etc. Hay que pensar cómo se construye un vínculo que no es con la ONG de cara linda que tiene todos los papeles en regla solamente, y que como es financiada por el sector privado ya tiene, sin articulación con el Estado, todo lo que necesita. El Estado tiene que ir por más, porque una política pública que impacte en el sector solo puede ser de abajo para arriba, como dice Alberto, empezando por los últimxs, para llegar a todxs.

C.B: En mi rol de legisladora nacional estoy proponiendo una agenda, la agenda “Niñez y Comunidad” que consta de tres proyectos*: uno que postula como doctrina que las respuestas comunitarias son las respuestas preferentes para los niños, niños, adolescentes y jóvenes, tanto las propuestas de acompañamiento como de convivencia, porque los referentes afectivos surgen de la vida en comunidad. El segundo proyecto de Ley propone la creación de un Instituto Nacional de la Organización Comunitaria. Y el tercer proyecto propone un régimen especial para los trabajadores y trabajadoras comunitarios. En ese sentido, además de fortalecer a las organizaciones, postulamos también que frente al alargamiento de la pandemia, como las aulas de las escuelas seguramente permanecerán cerradas por algún tiempo, nuestra propuesta es “aulas cerradas, escuelas abiertas”, porque necesitamos de la capilaridad de las escuelas para que también estén presentes junto a nosotros en cada barrio, sobre todo en los barrios más postergados.


¿Pensas que con la aprobación de la agenda se resolvería de alguna manera una buena forma de relación entre las organizaciones comunitarias y el Estado o quedaría asuntos pendientes?

C.B: Durante todas estas décadas de la democracia, el Estado ha acordado con las organizaciones comunitarias la implementación de cientos de programas tanto a nivel nacional, provincial y municipal. Y esto tiene que ver con que el Estado conoce la capilaridad de estas organizaciones, su capacidad de llegar a lo profundo del territorio y su enorme potencia transformadora. Porque además, todo lo que tiene que ver con el cruce de pasiones, emociones, vocaciones, con la ternura como categoría, lo expresan mejor las organizaciones a escala humana, antes que la estructura burocrática del Estado que es una estructura más bien modernista, normalista, más propia de la organización racional. Esa organización racional estatal necesita que dentro de ella corra la sangre la de organización comunitaria las pasiones, las convicciones, el entusiasmo de esas organizaciones comunitarias. Y eso se logra a través de acuerdos y convenios de colaboración que se han hecho muchísimas veces y en todas las jurisdicciones. Por eso creemos que lo que trae esta agenda de leyes es perfeccionar esa alianza Estado-Comunidad, que es una alianza de viejo cuño, que hace años está en marcha. Esperamos que pueda colaborar en una mejor relación, en un mejor vínculo. Que colabore con dar menos carga burocrática a las organizaciones, que colabore en la presentación de un balance social y no un balance económico por parte de las organizaciones, lo que respetaría mucho más su naturaleza propia. Y también podría resolver un viejo problema, de larga data: el régimen laboral de los trabajadores comunitarios. Igualmente, como las leyes son una construcción humana, que se hace en cada contexto histórico, ninguna agenda agota los temas pendientes en la relación Estado y Comunidad. Esa relación Estado comunidad nos desafía a pensar en más y mejores leyes.

* Si querés sabes más de la “AGENDA NIÑEZ Y COMUNIDAD” ingresá en: http://equiposweb.com.ar/proyectos/


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